viernes, 5 de abril de 2013

El lecho de Procrustes




ME GUSTA MÁS SUMAR QUE RESTAR

Desde hace muchos años, nuestro instituto pertenece a la Red Andaluza de Centros “Escuela, Espacio de Paz”. Durante estos años el profesorado del centro se ha formado para trabajar la convivencia con el alumnado y con el resto de los miembros de la comunidad escolar, para sumar compañeros en lugar de restar, para solucionar correctamente esos problemas que dificultan la convivencia con los demás.

A veces, la mejor manera de explicar lo que uno desea o piensa es contar un cuento o una leyenda. De esto, los antiguos griegos sabían mucho.


Teseo y el Minotauro en presencia de Atenea. Pintura roja de la llamada “copa de Aisón” (520-420 a.C.).
Museo Arqueológico Nacional, Madrid
En los tiempos del héroe griego Teseo, existía un bandido llamado Procrustes (en griego, este nombre significa “alargador”) que vivía en una cueva situada junto al camino que unía la ciudad de Mégara con Atenas. En su cueva tenía dos lechos, uno corto y otro largo. A los viajeros que  pasaban por aquel lugar los invitaba a su casa y les ofrecía su hospitalidad. Tras cenar abundantemente los obligaba a tenderse en uno de los lechos. A los que tenían talla alta los tumbaba en el lecho corto; para adaptarlos a la cama, les cortaba el trozo de pies que sobresalía. En cambio, a los que tenían baja estatura los echaba en el lecho largo; a éstos los estiraba violentamente para adaptarlos al tamaño de la cama. Así conseguiría personas de un tamaño ideal para sus camas, unas personas a su medida, tal y como él deseaba que fueran en cada momento. Pero ninguno de los viajeros se adaptaba a sus exigencias y, de una manera o de otra, todos morían. Procrustes no lograba tener un solo amigo.

Un día, el héroe griego Teseo regresaba a Atenas de realizar una de sus muchas hazañas cuando fue retenido por Procrustes e invitado, como de costumbre, a tumbarse en el lecho pequeño. Teseo se resistió y ambos se enzarzaron en una lucha en la que el bandido resultó muerto. De este modo, la tranquilidad volvió a los caminantes que por el lugar pasaban.

Teseo ataca a Procusto,casi acostado en su famoso lecho.

Ánfora ática de figuras rojas (440-430 a.C.) pintada por Alquímaco.

British Museum, Londres
Frecuentemente también nosotros nos parecemos a ese salteador de caminos: a las personas que no son como nosotros las ignoramos, las despreciamos, nos burlamos de ellas, las insultamos, las agredimos, sólo porque no son como nosotros deseamos. Y así, somos tan exigentes que en lugar de tener muchos amigos, tenemos pocos o ninguno. Por suerte para nosotros, también Teseo murió; de lo contrario, tal vez nos hubiéramos topado con él y nos hubiera ajustado las cuentas.

Por eso, haciendo uso del nombre de las operaciones matemáticas más elementales, yo suelo decir que me gusta más sumar que restar, y, mucho más, multiplicar que dividir.

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